sábado, 25 de octubre de 2014

Pulverizó el teclado con sus blandas manos. Sus blandas manos sin guantes.
Desprendían un olor nauseabundo a hule quemado. Sus blandas manos, frágiles, elásticas, sin coyunturas ni bases. Se veían brincotear de aquí para allá, chapoteando en una ciénaga de su propio tinte. Se les veía rebotar y salir chiflando por la alacena. Se veía a sus ágiles dedos lacios y plegados tamborilear al borde de la mesa. Se reían del pie machucado por la pata frisca, o del temblor repentino de la garganta. Se contorneaban en espasmos de alegría, al corroer el papel tapizado o al oír graznar con rabia a su amo mudo. Se fisgaban las uñas, se rascaban justo en las yemas. Pero tras un fin de semana pesado y un viaje amargo caminando por la rueda del coche, las blandas manos sin guantes se sentían exhaustas.
Ni al ser cautivadas por el bailoteo de la abigarrada, dueña de su deseo, fruto de sus únicas conquistas. Ni aún tras el sutil dedeo a la erizada membrana o al desdibujado labio fruncido se sentían felices. Mermaban los días o segundos, anhelaban los jueves pasados en los que la vida les había sido más grata.
La mugre de los húmedos tiempos perdidos, degradaba las hondas ojeras que las tenían nerviosas y alteradas. Se cogían los aceitosos codos, se frotaban por las pieles de gallina. Dieron con un trémulo silencio al mínimo relieve de sus contornos. Gratinaron sus poros de esencias y se vaciaron en un mar de llantos.
Ahora las blandas manos, agrestes y aturdidas; amalgamadas, se vertieron cansadas y ásperas en los guantes blancos puestos junto a la mesilla de noche. Ahora dormitan con los párpados ocultos, aún activas y riendo, aún lustrosas.

domingo, 19 de octubre de 2014

AVISO A LOS ESCASÍSIMOS LECTORES DE ESTE BLOG:

He creado una nueva página web funcional en donde continuaré publicando mis escritos, además de otras cosas de temática artística. El link de esta nueva página lo encontrarán en la barra de su derecha. O si no, aquí está:
http://splashfoop.wix.com/disertaciones

Les notifico que he decidido seguir publicando asimismo en este blog. Al menos por el momento.
Las palabras mordidas,
Cucharadas de mordidas tuyas dadas,
Las cortinas de cabellos pelirrojos,
De los veranos ciegos y azules en la playa
¿Recuerdas?
Tu aliento de tenue hartazgo, reseco,
Tu mueca de somnolencia y prisa,
Nuestra situación de huida o estrés,
Jamás dada una oportunidad de escape.

La callada golondrina que posa su plumaje en la arena,
Como cuando canta la llovizna en nuestras cabezas,
¿Faltaba más?
O, ¿Qué tal los truenos de furia?
Solo necesitábamos algo, y éramos ahí,
Éramos nosotros,
Estábamos los dos, en la playa recubierta de viento,
De cuando llora la tierra o nos quiere herir,
Y nos juntamos más que nunca.

Y nos hicimos más amigos de lo que jamás habíamos sido.
Tu ropaje se desvaneció en pleno apogeo,
Crujiendo la suerte,
Solo las olas nos advertían con desconcierto (o a nuestro reflejo en ellas),
Cambiar de un humor de perros a un picaresco arrumaco,
Y nos tumbamos en pleno remolino,
Desnudos, hasta el amanecer,
Ceñidos de aletargado aliento,
Como si importase un bledo que el mundo cayese encima nuestro,
O en nuestra mirada;
Éramos jóvenes y babosos.

Pero ¡ah! Que al nacer el alba de nuevo nos íbamos,
Y éramos tal como el día pasado, que jamás volvimos a mordernos de forma tal,
Que hasta ahora que recuerdo viejos tiempos tan remotos,
No cabe duda de que todo es cuestión de aclimatarnos.

miércoles, 15 de octubre de 2014

El larvario cardenal con su talle escarlata exudando chiclosidad, con su miembro tieso e hinchado al aire, con su trozo despuntado y rojizo, con la pieza relamida apuntado arriba, escurriendo, encosquillada, sus pezones recios de roca, su traje granate empapado de fluidos. Sus chorros de escupefuego peliculares saltando en espasmos chillones, su esófago en una fiesta bucal; el picapedrero atragantado, el católico visitando el cosmos. Con el vientre inflamado de baba, el sebo del disfrute ahondado en la barriga. Un trazo quejoso en la exhalación: entumecimiento en sus dedos recubiertos de crema; el hedor a quesillo de sus clavículas. El cansancio y deslizamiento del pecho: pentagrama de una orden, con el cuerpo entero arrastrándose en capullo; con el gracioso desliz de una larva, enjabonado como puerco en su cochambre, cual quiebraplata retozando en la yerba, con los anchos codos de grasa empujando las losetas. Pareciera un estival cucurucho, un circense y pintoresco payaso de rueda, un bruñido e inmundo gusano larval, danzando al son de su musculatura en bullicio, bramando cual brama un perro mullido; sus tersos poros dilatados pararon al fin, asomando la vista hacia su coyuntura craneal, botando la lengua al vacío, sus pupilas desacopladas, su cuerpo frenando el rugido; condenado de risa, encaminado al abismo.
Desmelenada al tocar o al rozar,
La coyuntura de mi llanta enroscada en su propia baba,
Como aletargada la plasticidad del hule-espuma,
En viernes de café negro,
Girando las sonrisas quisquillosas al voltear y ver orquídeas en la mesa,
El vértigo servido en los platos de cobre,
Las gargantas jolgoriosas de brillantez,
Y el trago amargo del repudio en boca.

Vertiste la comezón por el tragaluz,
Me cosiste los labios con tus trémulas miradas,
Achatadas;
Tus vertiginosas caricias de entumecimiento,
Tus portazos de huida al despegar el alba.

Después de tu mordida; una ballesta,
La hinchazón somnolienta del piquete de una avispa,
El estrago de las uñas al sumirse en mis ávidos poros,
El goteo escurrido de la corona de espinas.

Menguando la aturdida pluralidad;
Bailoteamos unidos hacia el espejo,
Levantando la barbilla; allá sobre la laxa madera,
Con calcetines o puros o cigarros en las blandas manos,
O como sujetos del cuello a fierros,
Mirándonos danzar al son de los tenues destellos,
Cubiertos con un manto aterciopelado y un manojo de alcayatas.

Somos como dos bebés vocingleros;
Con mangas pellizcadas y suelas de epidermis,
Cediendo a nuestros esfínteres con soltura,
Los esófagos ceñidos en lumbre y resequedad,
Los gritos de risa al romper en huida:
La estaca y el clavo en la bastedad.

Tú eliges; como cada quien elige su victoria,
Aborrascarnos a mordidas, o tragarnos,
En el despliegue de tu contenido esmero,
O sentarnos en la frialdad del suelo sin mirarnos siquiera.

Refulgente como el soleado ramalazo,
Tendido en un picotazo relamido,
Vertiéndonos las moras chillonas:
Los tenues vistazos o salpicaduras,
Los vivaces y acorralados chorros,
De enfermos coágulos y lágrimas exhaladas.

Crecientes en mi columna quebrada,
Los bultos homogéneos de belleza,
Los picotazos placenteros del último momento,
Los espectrogramas eficaces de la quemazón,
Los oblongos estiramientos de las arterias,
La fracción de segundo de una muerte súbita o preparada con antelación.
Visionado el terso griterío,
Que quiera que quite de la silla el salero,
O arranque de las patas del gato el cordel de su bufanda,
Difuso o perdido en la fragilidad, el propio y risueño fandango,
Hipnotizado por la luminiscencia.

Delicioso me resulta; el acaparar el viento a gritos bruscos,
El despegar de tus cuencas craneales sus tímpanos,
El desbaratar los vidrios de las casas,
O el desgarrar mis cuerdas de arpa de la cavidad,
Por solo el poder de fragmentar su frágil estructura,
Por solo el poder de morderme las palabras.

Tus párpados engordan mi locura,
La bastedad, el infinito pensamiento,
El muro recubierto de musgo que nace abrupto,
La trágica suerte de la cabellera ahogada en un mar de losetas.

Abocado a caer por el perpendicular risco,
Que se extiende a través de,
La puerquita / El punzón / La lloradera:
(Gangrenado,
Cebando al piso,
Jalado de una cuerda,
Al cuello,
Arrastrando,
El esfínter vacío,
Y tal cual,
El cerdo en bullicio,
Llevado a la fuerza,
Por el granjero engrosado,
A un infernal desvarío;
O si fuese una vaca,
Si tuviese una rosca,
Su lengua rozando el aire.)

En este gigantesco tumulto y embrollo de desaires:
El que traiga consigo un brote de enajenación, perderá la conciencia con la vista fija en una lengüeta adosada.

domingo, 12 de octubre de 2014



Solo llevadme al caos,
Solo al caos llevadme,
Borrasca,
Me entierras y,
Al bramar, ¿lo has hecho por verme pálido y tendido?
Borrasca, llevadme al caos,
Llevadme al caos, llevadme.

Tras de mí, un simple puñado de ideas,
Tras de mí, un solo puñado de mí,
De mí tras de mí,
Baja ciencia,
No hay nada más que esto,
De mí, del caos,
No hay nada más.

Ya hasta al hartazgo,
De vidas, las vidas,
Como un fulminante fulgor,
Las vidas deshechas,
Como la nieve de la nieve,
O el barro del barro;
La simpleza.

Una terquedad,
Otras más tras de mí,
De mí tras de mí o detrás de mí,
Otra vez andando,
Otra vez en dirección opuesta, cabizbajo,
Ya basta.

Serio yo ¿serer?
Ser del que nada queda,
Ser que queda del nada,
Ya nada queda, ya nada,
Ser otra vez, continuo,
Yo no sé…

¿Para qué sirve saber?
Para olvidar,
¿Para qué sirve olvidar?
Para saber,
Sirve olvidar, para saber,
Para saber sirve olvidar.

Nieve de la nieve,
Sobria secuencia,
Nada del caer, nada del chocar,
Nada de la carencia,
Solo martilleo, mudo,
Solo estrepitoso silencio.

Si hay algo que saber, lo sabré,
Si algo sabré, no sabré nada,
Si algo sé y no sé nada,
Jamás supe nada,
Jamás hubo nada que saber.

No serás mi amor nunca serás
Tu latir quiebra mi memoria quebrada
Estoy ciego de polvo estoy cegado
Hay una voz de muerte una voz que grita
Tus memorias rupestres en mi memoria
Veré al nervioso sol trémulo astro
Desgastado de muescas en desgaste
Tumbado al mar de mar tumbado al mar
Trémulo de amor de vida enamorado
Que se lleva el calor que se lo lleve
No serás mi amor jamás serás
Y no viviré para verlo no viviré para decirlo.

lunes, 6 de octubre de 2014

Las manos tendidas de plata,
Las manos de calcio o de fierro,
¿A qué regimiento de verdugos pertenece ese mísero hilo, que cuelga hambreado de un estuco, clavado con un clavo de collares, al que brama la carne en su carne, refulgente de saliva granulada?
Las manos no retumban, mugen,
Y no lloran las que acarician,
Sus caricias perladas de electricidad,
Sus trémulos fulgores de mármol,
Y ¿no nos dominan entonces sus coyunturas repletas de encimas, de baba derritiéndose en una cascada de brasas dominantes, en el ya corazón de la tierra, durmiente hace tiempo bajo la sombra del mismo roce, en el mismo angosto espacio, planta de un árbol que nunca ha muerto, que aún atrae su manto a sus piernas, bañadas con rosas y flores sus prontas raíces cansadas y viejas, sus tercos trozos de corteza, negados a la caída, destinados a la extinción inminente, pavorosas de sus misma impaciencia, cualidad que les heredó el tiempo y la firmeza?
No pueden si no llorar, desesperadas,
Pataleando, insaciables de alimento tóxico, la carne que ya no es carne,
Agarrándose firmemente entrelazadas por encimas de rocío,
Y el labio que yergue tendido, blancuzco y adormilado,
Los huesos bañados en tristeza plateada, venida del fruto del vientre de la madre que no es su madre,
La etérea vivacidad de sus cascadas, aún cayendo en armónico sinsentido,
Bajada, subida, bajada: un ciclo incesante, un no terminar infinito,
O una negación a su propia existencia incierta,
Vague, del tortuoso sinsentido, cáscara de años prematuros, vacía de sangre, hueca de asfixia.
¿No debería vagar el desmoronamiento de su templo bendito, en una simple y oscura vanidad sin forma, acusada de desobediencia, tambaleando de susto, cansada, o llevada el borde de su tosco y bravo apéndice de nervios, hirviendo en un caldo vivo de pétalos quemados y terciopelo, de brasas, de espinas, de plumas y de incesantes chillidos de sol, de trucos abiertos a la nada, que mira sin apartar la mirada ese vórtice de desazón?

domingo, 5 de octubre de 2014

Fiesta de embriague, en el bullicio; las horas
Tocando a la puerta, los corazones frenando: el frio,
Si así lloran los vicios, las verdades,
Si así ocultan sus molestias,
Llevarme atado a llorar mis propias verdades,
Llevarme atado a llorar mis propios vicios,
Que si el ser humano y sus molestias,
Si el mismo sonrojo, causa de sus molestias,
Yo no sé, así no vivo.

Y si así vive la gente, de ligada
Y si así no viven las demás bestias
Hartarme de estas paredes, de lleno,
Irme a donde,
No hay donde,
Llevármelo conmigo ¿el qué?
Solo envolverlo,
Yo mismo me envuelvo,
Me lo llevo yo mismo, envuelto.

Tras de mí, no hay nada, ni negrura,
Si tras de mí no hay nada, ni negrura,
Si frente a mí, no hay nada, ni vacío,
Tú que estás al lado, date la vuelta y dame la cara,
Comparte tus miradas teñidas de fugaces,
Así al compartirlas, las miradas fugaces nos privaran de la locura,
Las miradas fugaces, al compartirlas no se extinguirán en lo vano.
 

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