miércoles, 18 de mayo de 2016


 
"Un sitio infinito es el tiempo sin dónde."
"A dónde van los estériles ruidos."
"Se abre un ardiente azul que flores enmudecidas comen."


Ay noche mi tedio-tedio Te-rozo-odio prohibido sin espirales erratas Buóbuó-loló ni nada te hará con azules calamares de agua formulada a mis pies de pared pásate arrastrando soles de platos prestados Gigí-fafá o Pangea vivían en armoniosa cúspide de fluctuante acumulación dorada yeyé-cuacuacuá
A y a h u a s c a
C a l c i na c i ó n
A g u a s - c a l i e n t e s
Requetemegasúperdupercongelamiento de los policías púrpura con púas y en celdas esqueléticos sin anzuelos esperpentos que chirrían tía ya nos vamos ya Cuócuócuó glorietas palacios calles nulas ver-ver-ver ya vámonos Fernando con Isabel del Cielo
Orbe escudos que caían de abajo al yeso sin tesitura vulgar
Ahorita sí nadie a quien culpar
Energúmenos de coronario betabel entusiasmadamente eléctrico
P e y o t e
E s t a m p a s
V e r a n o
C e r o
Y cocodrilos de la China y escafandras sin fin ni tedio azul foco verde oscureciendo la noche
… pum pum pum
La
Noche
De
Sus
Manos
Me advirtió y sollocé
Tronos con forma de números que vuelan formando tu nombre de escaso adiós
LA ESPERPÉNTICA NOCHE DE LOS TIEMPOS
Hizo su tumba y fundó los corazones de las hortalizas más precarias y colapsó coles y nerviosísimas libélulas
Ay ay ay ay ay
En mi país comemos piedras
Eso dijo
Le
Creí
Con
Todo
Mi cuadrangular Kraken
(Octopus pequeño)
De octubre y de bilis
Plateados y azules sueños
De pecera…
. . . . . . . .
. . . . . . . .
. . . . . . . .
Ay
Cuánto cuánto cuánto hay
En donde la inmortalidad nos dejó este escaso pétalo de sinfonía
En todos los pájaros con tablas
Tumban cuencas
Brillos y castaños ojos
Vastas palmas como el sol que señalé ahí
ya va y ya va allá iba
Cordillera tras cordillera estrella frente a frente a puertos estrellados
Y adiós
El agua concreta
A la cicatriz
A la flama sin remedio
A LAS TOSES
Zanahorias de serafines en vez de maniáticos murmuradores
Cuatro ni tres cabezas
- Seis - Cabezas - Siete -
Cascabel y azufre
Serpentino rostro que despierta y abre sus mandíbulas holgadas y subidas desde hace mucho al amor
Al amor que obra
. . . . . . . .
. . . . . . . .
. . . . . . . .
Automóviles repletos de almendras y mitología
Tórtolos de tornillo y de tijeras delincuentes
Piedra como EL avión que cae
Amamantando lo que adelante cobrará sus huesos (inherentes al suicidio)
Yo vi
Yo vi Yo vi
Yo sólo vi
Yo sólo vi
Yo vi sólo
Sólo yo
Yo solo y solo
Y vi
Y eso que vi
Lo que yo sólo vi
Vi un frío frío
Un no sé cuánto que atardece
Un estallido
Un caos perplejo y craso como cerezas nítidamente lacias
Vi morir aquellos de los pies y las manos cortadas
Postrados delante de mis manos y a los pies de mis manos
Descuidados desde hacía meses
En las gotas de cuarzo del regazo de mis sueños
Y eran dioses inescrutables
Y eran celestiales polígonos
Sin aroma ni blancoynegro rubor
Sin tristísima lumbre de hornos o glaciares
ATÓMICOS
Eso vi
Y moría ya de pie
de dos en dos cruzados tras lo verde
Junto a vírgenes venados no rozados antes
Por el rodador sulfuro de las acariciantes pestañas
Cúpulas y majestuosos marcos
Majestuosos cinco de pico a pico
Piel a piel
Rosa y escalera que eran gritos
Labio único, pero eran gritos-gritos
Ladrillo vidrioso que se yergue y eran gritos
Y eran gritos
Y eran silencios
Y era un aullido profetizando nada
Y era un cordel de gritos que cesaba los pozos
Y era un tropel de gritos y de números
De horas con la nuca desleída o chueca
Mancas gárgolas de pecho arrancado
De asesinado tumulto de grillos alfabéticos como una siembra verde y melenuda de viles venas
Universales
C o n t e n i d a s

CON-TEM-PO-RÁ-NEAS
Así
Así y así
Diecinueve años de puro calor
Cabellos-calle-mano-mosca
Cableado magnético
De plástica toxicidad
Ay
Eso oí
Eso que tanto tanto tanto
(…)
En abril me hacía llorar
cascanueces y abejorros lanzados:
En tragos de globos lunares
Y roja alba cristalizada en sonrojo virtuoso y ajedrezado
Ahogando corceles violetas
Amoroso y dormido sin niveles de Dios
Como una entraña en el riel de las bahías angostas
Eso
Era un sinfín
Una síntesis de gritos y de esferas enmarañadas
De cegueras ciegas como la suave suavidad de los más ásperos campos palidísimos
Agiagiagiá-Zezé clandestino - Cantos forradísimos
HAZLO
Aviéntate carruajes sentada en hierros Güágüá
A d i ó s
Ay cuanto amor de fierro
Hay cuanto luto como asteriscos cazadores
Patos sin pupilas
Gansos sin camellos diminutos en el esófago
Letrero que así dice - Que así se mira
Así llorarán los Diablos
Lamiendo y remando en umbrales putrefactos
Llamados así dementes
Y
Mientras
Te peinas
Carros románticos
Mas dependiendo de los insistentes paréntesis del Gran Cráneo usurpador
Nada lo supurará

Gle-glé
Bababá-Dedé

BARRABAZUL
G r i t a s - (no)

r
i
t
a
n
d
o
R e d e s
(no-esparcidas)
. . . . . . . . Dentro del canoso
. . . . . . . . Zapato
. . . . . . . . Sin mar – Sin mar – Sin estasis
PUES
Roja Es Entonces
La Batería
De Lanzar Erizos Agrícolas
En Negras Hojas Lanudas de Azafrán Moribundo.

viernes, 30 de octubre de 2015



A veces, abatido, busco pedazos desmenuzados que tiemblan.
Y que son como cenizas
en el tibio regazo de mis manos
Y que son solo migajas
desvaneciéndose sobre una instantánea lengua.
Pero a veces solamente tiemblo
envuelto en un largo collar de lagartos que duermen
bajo el exaltado efluvio de la penumbra asesinada.

A mis pies un río desborda escamas negras
y amarillos trozos de ebriedad embotellada
y árboles ladrando fusiles dentados.

Pero solo, a tientas, en las volutas de lo que se impregna
bajo la estrecha retina del horizonte
ya no quiero dormir ni mis manos buscar
aceleradas cenizas sin misericordia.

Ese hartazgo que aqueja a los abatidos
que domina las noches tristes y blancas de sequedad insólita
y molido, descalzo, me habla retazos de quemada nieve
y polvo desgarrado de su ingrávido anhelo de llorar sombras.

Ese hartazgo que no es sino un abrazo que me despelleja
bajo el pesado umbral de los cementerios
que no es sino una lenta flor de esqueletos mordidos
cuyo aroma desértico y cautivo me mantiene sin reflejo
escabullido y sediento de agonía
con las manos buscando los murmullos
que tan solo caben
que tan solo germinan
en la boca sinuosa de un intacto cadáver.

domingo, 24 de mayo de 2015

El poema que pondré a continuación no es de mi autoría; ha sido traducido por mí desde su idioma original. La razón de esto fue que las traducciones que he leído anteriormente me han dejado completamente insatisfecho. 


DOS AMORES
Autor: Alfred Douglas


Soñé que me encontraba en una pequeña colina,
Y a mis pies había un suelo semejante a un jardín de residuos,
Floreciendo a voluntad con pétalos y espinas.
Veía lagos que soñaban en negro y sin variables, 
Había lirios blancos, sólo unos cuantos, y azafranes y violetas pálidas tirando a púrpura, con forma de serpientes ajedrezadas.
En la escasa vista sobre la hierba espesa, y a través de redes verdes,
Ojos azules y de tímida mirada, guiñaron al sol,
Y allí brotaron curiosas flores, antes desconocidas,
Flores teñidas por la luz de la luna,
O por los humores caprichosos propios de la naturaleza,
Y aquí, a uno que ha bebido del tono transitorio en un momento breve, de una puesta de sol;
Cuchillas de hierba, que en cien manantiales fueron lenta, pero exquisitamente alimentadas por las estrellas, y regadas con el largo y ahuecado rocío de los lirios,
Y con los rayos del sol, que sólo habían sido advertidos por la gloria de dios,
Pues nunca un amanecer ha estropeado el luminoso aire del cielo.
Más allá, abruptamente; un muro gris de piedra se levantó envuelto en un vasto musgo aterciopelado,
Yo duré largo tiempo inmerso, contemplando aquel glauco jardín,
Sorprendido por hallarme en un lugar tan extraño y dulce, pero tan justo.
Así estaba aún, de pie y embelesado, cuando a través del campo se asomó un joven:
Llevaba una mano alzada para cubrirse del sol,
Su cabello sacudido estaba revuelto con flores, y con su otra mano cargaba un racimo de uvas gloriosas,
Sus ojos eran claros como el cristal,
Su cuerpo desnudo y blanco; como la nieve de una montaña congelada y sin caminos.
Tenía labios tan rojos, como el tinte de un vino derramado sobre suelo de mármol; su frente era calcedonia.
Él se acercó a mí y atrapó mi mano, y besó mi boca con sus labios amables y entreabiertos,
Y dándome uvas para comer me dijo:
“Dulce amigo, ven; yo te mostraré tres sombras del mundo e imágenes de la vida. Mira como desde el sur viene la pálida ostentación que nunca tiene fin.”
Y aquí, en el jardín de mis sueños, vi a dos jóvenes caminando en una llanura brillante de luz dorada,
Uno parecía alegre, vital y radiante, 
Un dulce estribillo emanaban sus labios;
Canturreaba sobre hermosas damas, y sobre el gozoso amor de un chico y una chica,
Sus ojos resplandecían, y en medio de las espadas del forraje dorado, sus pies danzaron en un viaje de alegría.
Con su mano sostenía un laúd de marfil con cuerdas de oro, que semejaban cabellos de doncella,
Y cantaba con la voz tan melodiosa de una flauta; tres cadenas de rosas rodeaban su cuello.
Pero el que venía a su lado, avanzando con angustia, 
Estaba lleno de dulzura y de honda tristeza, y sus grandes ojos, repletos de un brillo maravilloso que lo contemplaba todo,
Él suspiraba con tantos suspiros que me conmovió.
Era de mejillas pálidas y blancas como lirios,
Sus labios tan rojos parecían amapolas heladas.
De pronto, sus manos apretadas en puños se aflojaron, 
Y su cabeza fue coronada con flores de luna, pálidas como los labios de la muerte.
Vestía una túnica de color púrpura estallante, labrada con el emblema dorado de una gran serpiente, cuyo aliento semejaba una llama viva de fuego.
Cuando yo vi esto, caí en un profundo llanto, y grité: “Dulce joven, dime ¿por qué, triste y suspirando, vagas por estos apacibles lugares? te ruego dime la verdad, ¿cuál es tu nombre?”
Y su respuesta fue: “Mi nombre es Amor.”
Pero inmediatamente, el primero se dio la vuelta hacia mí y gritó:
“Él miente, porque su verdadero nombre es Vergüenza, pero yo soy Amor, y estaba acostumbrado a estar solo en este bello jardín, hasta que él vino sin ser llamado durante la noche; yo soy el verdadero amor, yo lleno los corazones de él y de ella con un fuego mutuo.”
Después, suspirando, dijo el otro: “Entonces permíteme que me presente, yo soy aquel amor que no se atreve a decir su nombre.”
 

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