Surrealismo II

Viento en mi espalda, caigo a trompicones por la empinada, a la vez estrecha, morada, vereda de podredumbre. Me resbalo, sigo girando, no termina el camino, llega el viento a la orilla, me recoge, me levanta, me relaja, me vuelvo líquido, soy marea, soy vendaval, soy rio. Llego y sigo rodando pero levantado, es el mundo que gira, y al vórtice solar me vuelvo negro, el calor me asfixia, pero me aparto a maromas, rodando hacia el otro lado. Se me escapó la luna, soy tierra, me alejé del sol, soy frio, casi me hago vidrio y con la levedad soy polvo y giro. Estrellas como imanes, me hacen forma, como cuadrangular, como asteroide obtuso. No ruedo, me deslizo espacio adentro, por lo plano como cartón en caída, soy tan helado que soy caliente, y me derrito, soy cascada, borbotones de nada, estrellados en mí mismo, hechos papilla. Vuelo, mar adentro y me transformo. Pero volví a mí mismo y me encuentro extendido, en la orilla plana de un rio, como dormido. Con la cabeza abultada, dolor y entumecimiento me levanto y vuelvo, ya llegaban los amigos corriendo por el otro lado, dieron la vuelta. Me encuentro bien, sigo siendo vida.