Vuelvo a revolcarme helado en tu llorosa sonrisa,
Vuelvo a caer indispuesto con tu armoniosa esencia,
Y al traspasar perdido, el enajenamiento constante,
Solo puedo caer en un abismo profundo, nacido de tus bellas palabras,
Que continúa por tu cuerpo como enlazada tu voz con tu garganta,
De ahí me trepo, llorando, y escalo a tus labios carnosos que palpitan, y todo sucede en un segundo, tan solo con mirarte a los ojos.
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